viernes, 8 de marzo de 2013

LA INMORTAL 2013 - X edición







La prueba de Caudete recupera toda su esencia y se vuelve a enrollar en el calendario del exitoso evento albaceteño. La ruta será por tanto larga y exigente. Serán más de setenta kilómetros los que tengan que superar los esmerados ciclistas, transcurriendo por pistas forestales y sendas de gran atractivo medioambiental que atravesarán los parajes naturales de la Toconera y Sierra Santa Bárbara. Destacar también el ascenso al parque eólico con cima a 1100 metros de altitud. Esto se producirá en el kilómetro doce de la prueba, por tanto cabe prever que los primeros kilómetros servirán para ubicar a cada ciclista en la parte del pelotón que le corresponda. A continuación terreno en bajada que servirá de antesala a un perfil exigente y rompepiernas, donde se alternarán los sube-baja y donde los kilómetros acumulados empezarán a hacer mella en la totalidad de los participantes, que podrán avituallarse en los kilómetros veintidós y cuarenta y siete. Significar también, que como viene siendo habitual en todas las citas del Circuito, habrá un recorrido alternativo menos exigente, que constará de veintiséis kilómetros y que saldrá una hora más tarde que el largo, será concretamente a las diez de la mañana cuando los integrantes de esta otra alternativa, “echen” a rodar por los parajes más espectaculares de la geografía caudetana. (Fuente: Prodepor)

Remembers

domingo, 3 de marzo de 2013

Rutón Xtreme Bike Team en Tobarra (pese a los recortes en cerveza)

Tobarra 2013: en 1ª línea de salida, como siempre.
Faltan Juan F. Repullo, Juancho y Juan Ángel, que estaban echándole a las gallinas.

Son las 7 en punto y en el bar de Josete cae el segundo café de la mañana (y el tercer o cuarto retortijón de tripas). Repullo, Cañadas, Juan Santos y un servidor de ustedes (Paco) estamos preparados para mojarnos en Tobarra. Al menos eso indicaba la meteo de Maldonado a las 6. A las 8:30 nos juntamos con Juancho en el pueblo del albaricoque: tercer café, quinto retortijón. Como legítimo representante de la gran nación de El Bonillo hace acto de presencia el amigo Juan Ángel.

Tenemos una hora antes de que suene el pistoletazo: ¿me pongo el bajo-casco?; ¿me he traído las pantorrilleras?; "nosotros hemos olvidado el chubasquero"; Juancho, con cara de poema trágico: "No os vais a creer lo que me pasa: el candado se ha desprogramado y no consigo sacar la bici." O sea, lo de siempre. Se arregla la cosa y nos ponemos en la salida, también como siempre, los últimos (de 700, estaríamos por el 600), salvo Juan Repullo y Juancho que tienen gallinas en propiedad (lo que viene siendo corralejo). De Juan Ángel no sabemos nada (¿no se habrá ido a mear y se habrá jodio una muñeca?).

Chin-pum y pin-pan que nieva por las calles de Tobarra (¿esto no era neutralizado?) La organización acierta y mete un montón de km de camino en ligera subida para ir estirando la cosa y poder adelantar a los de las gallinejas (las pequeñas, las americanas, que los de las otras deben andar ya por Totana). Cañadas, J.Santos y Paco metemos paellera y adelantamos a cuantos podemos antes de que empiece la fiesta: a ojo de buen cubero, pasamos a unos 300. En éstas, vemos alguna caída que otra (una muy fea, que el chaval tenía una raja en los cuadriceps fea-fea).

El cielo está gris y puede pasar de todo pero, de momento, el suelo está compacto y no cae ni gota. Por supuesto, frío ya no tenemos, ninguno. Los primeros 23 kms son de subida pero, como nos grita algún anónimo amigo: "Troyanos: ahí, ahí, a rodar, que está para vosotros" (o algo así, pijo). A lo lejos vemos ese precioso windtex con el gorrino que tan a gala -y con tanta prestancia- portamos: "¿Repullo?". No veas como va el amigo. Pues... plato, tranca y a por él.

Llegamos a las primeras sendas y el terreno está especial: húmedo y duro, para divertirse (Ummm, como en eso que tanto nos gusta). Entre tanto, sendas divertidas a manta, alguna bajada pistera a más de 50 km/h y subidas cortas que no llegaban a dejarnos sin resuello. Ah! y uno que, de vez en cuando, iba detrás gritando: "esperad al muchacho, pijo". Antes de esto, Jose Cañadas y Juan Santos tienen un toquecico y no se ponen a hacer genuflexiones de milagro.

Nos metemos en la rambla y, a pesar del aviso previo de barrizal peligroso y piedras húmedas, la cosa está de vicio. Alguna raiz húmeda (esto de la humedad me lo voy a tener que hacer mirar ya) con la que tener cuidado y poco más. Estamos disfrutando y estamos fuertes (y esto, sin ser de El Bonillo ni ná). Otro montón de sendas por un pinar y sigue sin llover y con el terreno al 100% apto para el disfrute del personal.

¡Avituallamiento! ¿Paramos? ¡Pa qué! Más sendas chulacas, picando hacia abajo de vuelta a Tobarra y sintiendo ya, con pena-penica-pena, que el festival está tocando a su fin. ¡Con la buena mañana de bici que ha quedado! Salimos del monte y le metemos mano a los últimos km de camino: plataco y el que tenga gónadas que se arrime. Decidimos parar un poco la locomotora para bajar cuarto-y-mitá las pulsaciones antes de la subida al reloj.

¡La temida subida al reloj! Tanto oir hablar de ella que, como suele suceder, luego no era tanta cuesta (ni tan húmeda ella) Empinada está, claro, pero es corta y con prudencia se sube sin ningún problema. Además, está llena de gente animando y esto, como dicen los críos de mi instituto "mola mazo; sí o qué". Cañadas, como buena persona que es (¡si hace el pan nuestro de cada día el hombre!), me avisa de que tenga cuidado con las piedras en la bajada, que es técnica y ¡por si están húmedas! Las piedras, estár, están. Pero, como también suele suceder (también con las piedras) ni húmedas, ni nada de nada. Lo que están es para disfrutar a manta. Así las cosas, oye, que jode que se acabe la trialera, leñe.

Cañadas y yo decidimos entrar de la mano (pero sin humedad, eh, que luego en el pueblo se sabe tó) para la foto de meta. Al minuto escaso llega "el muchacho", o sea Juan Santos y, en segundos, Juan Repullo. Juancho, por lo que nos comenta, ha llegado hace unos minutos, que para eso se ha comprado una bici con las ruedas muuuu gordas y tiene gallinejas en propiedad. Al momento nos hemos encontrado con Juan Ángel que, como buen nacionalista, llega y aparece cuando a él le da la gana.

Duchica calentica y aseos con calefacción ("This pay the bill", o lo que viene siendo "por esto y el rutón, merece la pena el madrugón"). Volvemos al pabellón en busca de cerveza y... ¡Oh, no! ¡Tragedia mundial! ¡El fin está cerca! Todavía falta por llegar un mogollón de peña y ya no hay cerveza ni un panchito con el que entretenerse hasta que terminen el arroz (por lo visto, en otra media hora más). Así que, abrazamos a los compañeros (putada grande no echar una fresca con Juancho y Juan Ángel) y vuelta para el pueblo. Menos mal que Josete (Noblevilla) tenía unas jarras fresquitas y unas viandas de acompañamiento. Bueno, vaaaale, y también unos chupitejos de orujo, pero sólo por prescripción farmacéutica, para reponer glucógeno.

¡Y esto es todo, amigos! Para la próxima estáis más pendientes, que os habéis perdido un rutón ¡con la humedad justa!
¡Salud!
Paco.