martes, 22 de junio de 2010

Agua y frío en la Quebrantahuesos

Agua, frío, mis primeros descensos de carretera con lluvia -¡madre mía, qué miedo!-, sin apenas poder ver, casi sin poder frenar, más frío, "no-sé-cuantos-mil" retirados (los valientes por hipotermia, los menos valientes porque temían la hipotermia), ambulancias a toda leche y por todos lados, más agua, más frío, autobuses repletos de ciclistas que abandonaban, más frío, más agua... O sea, Quebrantahuesos 2010.

El viernes a las 7 de la mañana cogíamos la furgoneta para irnos a hacer la que para Fran y para mí sería nuestra segunda Quebrantahuesos en los Pirineos. Nos acompañaban tres debutantes en la que, sin duda, es una de las mejores marchas ciclistas de toda Europa: Alberto y dos compañeros más de la Peña Ciclista Contraviento, de La Alberca de Záncara (Roberto y Javi). El padre de Alberto, Leopoldo (también ciclista) se animó y se vino a Sabiñánigo, incluso el domingo se subió un puerto, para no venirse "virgen" de los Pirineos.

El viernes por la tarde, en Sabiñánigo todo el mundo preguntaba lo mismo: ¿lloverá tanto mañana como anuncian esos nubarrones negros que se ven encima de las cumbres? Aun así, disfrutamos de la que montan en la "feria Quebrantahuesos": un pabellón con expositores, y todo perfectamente organizado, repleto de "patas pelás". Decidimos que, ya que habíamos llegado hasta allí, era cuestión de volver a comerse otro plato de pasta e intentar dormir, y que fuera lo que tuviera que ser.

El sábado nos levantamos a las 5 de la mañana. Desayuno potente en el hotel y a las siete ya estábamos en la línea de salida: una línea muy larga, 8.000 ciclistas para la Quebrantahuesos y otros 2.000 para la Treparriscos (éstos "sólo" hacen 90 kms.) A las 7:30 en punto, pistoletazo de salida y, unos 15 minutos después pasábamos por el arco de meta. Ahora sí, empezaba la QH.

Cuando apenas llevábamos unos 40 kms, subiendo el primer puerto -Somport, por Jaca, Canfranc y Candanchú-, con fresquito ya, empezó la odisea. Primeras gotas, más gotas, más gotas, parada a ponernos el chubasquero (¡si todavía estamos en España!) La lluvia ya no nos abandonaría hasta después de otros 130 kms. más o menos. Más de cinco horas bajo una lluvia, bastante intensa a veces y, sobre todo, heladora. La organización afirmó en la ceremonia de entrega de premios que, en la bajada del Somport, habíamos soportado sensaciones térmicas de... ¡15 grados bajo cero! ¡Joer, con razón teníamos tanto frío! Nunca habíamos tiritado así encima de una bici, además, teniendo que sujetarla e intentar controlar los frenos para no caernos.

Ya calados hasta la médula, literalmente, decidimos seguir hasta donde pudiéramos. Así llegamos al inicio del puerto de la Marie Blanc. Si en condiciones normales se hace duro, con tanta humedad el aire no entra en los pulmones a la velocidad que necesitas en esos últimos cuatro kms. que lo hacen uno de los grandes puertos de ciclismo. Aquí Fran y Alberto se despegan del grupo y tiran por delante. Roberto y yo coronamos y decidimos esperar a Javi, que lo estaba pasando regular. Tras un rato de espera, decidimos seguir, ya que él tendría que continuar desde aquí a su ritmo. Otra vez bajada, otra vez miedo a caernos (¡qué cerca estuvo en algunas curvas de herradura!).

Llegada al "puertarraco" del Pourtalet (todavía en Francia, 30 kms. de subida). Sigue lloviendo. Cuando llevábamos 21 kms., llegamos al avituallamiento y nos encontramos con Alberto, bueno, con Alberto y un bajonazo de azúcar del demonio (se había quedado en 30 de azúcar) Estaba literalmente blanco y tiritaba como jamás he visto a nadie tiritar en mi vida. Nos quedamos un buen rato con él aprovechando para que comiera y bebiera dulce (nosotros también, por supuesto, que las fuerzas ya iban justicas-justicas), hasta que decidió retirarse porque no se tenía de pié y estaba realmente enfermo. Lo dejamos metido en una ambulancia de la Cruz Roja y -tras avisar a su padre, que nos esperaba para vernos pasar en la frontera con España- Roberto y yo decidimos seguir. ¡Qué mal sienta tener que volver a pedalear después de tanto rato parados debajo de la lluvia! Entonces nos dimos cuenta de que nosotros dos también estábamos a punto de la hipotermia. Menos mal que el esfuerzo de seguir subiendo puerto nos calentó un poco.

Con más pena que gloria alcanzamos la cima y llegamos a Formigal: volvíamos a entrar a España y cesaba la lluvia. No el frío. Sin duda, el tercer gran descenso del día fue el más frío, con mucho. Era casi imposible conseguir sujetar el manillar y, mucho menos, acertar a cambiar de piñones o frenar decentemente. Aun rodando ya sobre asfalto seco, no éramos capaces de pasar de 40 kms/h. por el frío que teníamos. Poco a poco, según nos adentrábamos en España y salíamos de las grandes cumbres de los Pirineos, la temperatura fue subiendo y volvimos a sentir algo de calor.

Tan realmente mal lo habíamos pasado que el cuarto y último puerto del día, la Hoz de Jaca, nos pareció poca cosa y lo subimos bastante decentemente. Enfilamos los últimos 20 kms. y, aprovechando que el aire soplaba entre a favor y de costado y, sobre todo, que por fin notábamos templanza, nos metimos un "arreoncete" final en llano a una velocidad de entre 50 y 60 kms/h. que nos supo a gloria, a la gloria de haber sido capaces de terminar la que ya han calificado como una de las QH más duras de sus 20 ediciones.

Nada más llegar a meta encontramos a Fran y nos metimos, como posesos, un par de platos de pasta, mientras flipábamos -como los otros 5.100 que la acabaron- comentando las condiciones que habíamos soportado.

La sorpresa final: hablamos por teléfono con Leopoldo (el padre de Alberto) para ver dónde estaban con la furgoneta y nos dice que ha recogido a Javi, que se retiró en el km. 150 (ya era meritorio) con calambres hasta en las cejas, pero que Alberto se había repuesto y que, con un par bien puesto, había dicho que él la terminaba, como fuera. A la hora y media, pasadas las 10 horas de ruta, Alberto apareció por meta. ¡Enhorabuena, chaval!

Y para terminar el día, por supuesto, ni cansancio ni leches: nos fuimos a meternos entre pecho y espalda una buena cena en Jaca y una copeja en un pub, ¡cómo no!

La mañana del domingo, mientras Roberto, Javi y yo decidimos que lo más sano era echarnos una cervecica en Biescas y comprar algún regalo para la familia, para que Leopoldo no se viniera sin "catar" los Pirineos, Alberto y Fran le acompañaron a subir la Hoz de Jaca, ya con solecete pero con un ventarrón de mil demonios.

En fin, que, a pesar de tanto penar tantas horas seguidas, nos trajimos buen sabor de boca por muchas cosas: porque nos gusta mucho, pero mucho la bici, tenga las ruedas que tenga; porque disfrutamos mucho de los amigos; porque no nos "escascarillamos" ninguno, que esta vez estaba fácil-fácil; y porque la QH es... ¡la QH! Ya van dos. ¿La próxima? Con éstos y con los que se apunten, por mí, cuando queráis. ¡Salud! Paco.

3 comentarios:

Jose Ra dijo...

¡¡3.000 retirados!!

Siento mucho que el tiempo no acompañara, después de tanto timpo invertido.

Me gusta la escultura http://www.quebrantahuesos.com/asp/foto_ampliada.asp?foto=699019145rad360CE.JPG

Y los masajes: http://www.quebrantahuesos.com/asp/foto_ampliada.asp?foto=699019145rad0A7E8.JPG

Saludos.

MUNDO dijo...

Joder macho que mala suerte que no acompañara el tiempo. Pero ya tienes otra historieta de mili que contar a tus nietos, Y por su puesto a tus compañeros.
Me alegro que lo pasarais bien dentro de lo malo.Para el año que biene me predices el tiempo un par de meses antes que me lo piense.

Miki dijo...

El tiempo hace más grande esta edición de la QH, y lo que habéis hecho.